Sunday, May 16, 2010

Sonidos de la selva

Los bichos cantan

Ven, camaleón, canta el do.
Do re mi fa sol, sol fa mi re do.

Ven yacaré, canta el re.
Re mi fa sol la, la sol fa mi re.

Ven, coatí, canta el mi.
Mi fa sol la si, si la sol fa mi.

Ven, yarará, canta el fa.
Fa sol la si do, do si la sol fa.

Ven, caracol, canta el sol.
Sol la si do re, re do si la sol.

Ven caimán, canta el la.
La si do re mi, mi re do si la.

Ven manatí, canta el si.
si do re mi fa, fa mi re do si.

Vengan todos, cantemos en coro.
Ay, venteveo, ¡que cantas feo!
¡Tú no aprendiste nunca el solfeo!


Para invitar a un amigo a la selva

Yo vivo en esa línea
que divide el mundo en dos,
como dos medias naranja,
¡Muy muy cerca, vivo yo!

Si tú bajas por un río
que se llama Yasuní,
ahí pregunta por el árbol
de la más larga raíz.

Y siguiendo su silueta
llegarás a un manantial,
donde el árbol bebe agua
junto a un cañaveral.

Reconocerás la choza
por su forma especial:
es un triángulo de palmas,
¡igualito a una A!

Cuando llegues mi casa,
buen amigo, te prometo,
andaremos en canoa,
entre musgos y helechos.

Y en el árbol más frondoso
treparemos por las lianas.
Saltaremos de una en una
y dos en dos, como las ranas.

Comeremos la más dulce
de las mieles del panal;
contaremos las tortugas
que hacen siesta en el juncal.

Buscaremos una pluma
de la cola del tucán,
y le haremos mil cosquillas
a la cola del caimán.

Con la sabia de algún tronco
una antorcha prenderemos.
Cenaremos ayampacos
con la yuca de relleno.

A la noche dormiremos
como monos, tú y yo,
colgaditos de una hamaca
que mi abuela entretejió.

¡Ven amigo! que mi casa
abre a ti su corazón!



La tala ilegal


Al final de un sendero enmarcado
en palmeras y orquídeas lucientes,
en un claro escondido en la selva
ahí vive mi pueblo y mi gente.

Un arroyo que refleja el cielo
cruza el valle regado y feliz,
y a su vera plantamos la yuca,
el maíz y la flor de alelí.

Mi familia es del clan de Chiriap,
y a mi tribu le dicen Shuar;
y es tan vieja su historia en la selva
como es viejo el sueño del jaguar.

Si el monte nos regala troncos
que moldea tallando mi gente,
y las hábiles manos transforman
en canoas ligeras y fuertes;

si es del monte la leña y la miel
y los frutos que la mesa cubren,
y raíces y plantas que curan
y los huevos que el nido descubre,

y el pescado que hierve en la olla,
y el fuego de nuestras cabañas,
y las aves que al alba nos llaman
desde el techo dorado de cañas,

¿Cómo puedo escuchar sin un salto
cuando siento que tiembla la tierra
y yo sé que es otro árbol que cae
derrumbado por la motosierra?

Con su carga de ajena riqueza
allá va el ladrón maderero,
con tablones robados del templo,
a venderlos por sucio dinero.

Porque el monte es hogar y universo,
ruego a Arutam, el Dios del Shuar,
que nos libre de las forestales
que se meten al monte a talar.

Al final de un sendero enmarcado
en bambú y frondosas palmeras,
en un claro abierto a machete,
se prepara mi gente, y espera.


David y Goliat


Me siento en el borde lamoso del río.
Ya no eres aquél que venía cantando;
hoy vienes enfermo, viscoso y sombrío.
Lamparones negros te traes flotando.

Recuerdo el tiempo cuando eras hermoso
y el agua corría ligera y sonora,
y los mudos peces en fondo rocoso
veían pasar las ligeras canoas.

Y madres lavaban sus largos cabellos
en pura alegría de tu transparencia,
y el sol en tus crestas pintaba destellos
y aves bebían de tu inocencia.

Un día llegaron con la dinamita.
Talaron la selva, marcaron la tierra.
Dijeron: “la entrada está interdicta”.
Y en selva ajena volaron las piedras.

Perforaron pozos. Cual sapos heridos
explotó su bilis. Gritaron “¡petróleo!”
Y tú y tus afluentes y plantas y nidos,
cubiertos quedaron en chorros de óleo.

Llenaron piletas del turbio barrial,
y el cielo los vio sin poder entender...
Usaron la selva como a un basural:
y sus negros restos dejaron arder.

Las ramas meneaban sus copas cenizas,
sacudiendo el humo del atardecer.
La lluvia bendita se volvió enfermiza
y la gente, asustada, se fue a esconder.

El globo del cielo se enlutó de espanto,
y el sol se escondía en gris espiral.
La última estrella se apagó templando,
y la luna de nácar perdió su cristal.

Un alba sin aves, un río manchado,
esta es mi selva, de los oleoductos.
Un árbol sin hojas, un sol ofuscado
y tubos largando su pérfido eructo.

No creas, mi río, que hemos de olvidarte
y sin más, entregarte a las fuerzas del mal.
¡Deja que digan que somos salvajes
y que no sabemos sumar o restar!

En el calendario de troncos caídos,
y en sus añillos y circunferencias,
contamos las marcan de años de olvido,
sumamos el tiempo de su negligencia.

Hoy, río, te cuento un secreto a tu oído:
¡Mi gente saldrá en fila guerrera!
¡La voz del jaguar despertó a los dormidos
y justa demanda será su bandera!

Dirán que esta es una lid desigual,
que un pueblo pequeño no puede triunfar.
¡Olvidan aquellos que el golpe final
lo ha dado David, derrumbando a Goliat!

Canto para espantar a intrusos de la selva

¡Que oigan las sombras!
¡Que dancen las lianas!
¡Que alumbre la luna
con su luz arcana!

¡A nocturnas bestias
mi tambor invoca,
y en ritmo de guerra
sus fuerzas convoca!

Jaguar majestuoso
de mágico ojo:
¡Vigila la selva!
¡Mira quien entra!

Tucán dorado,
de pico curvado:
¡Pica al bandido
y al entrometido!

Sapo apestoso,
reptil venenoso,
que en la selva acechas:
¡Al intruso echa!

Caimán mordedor,
molar destructor,
¡Muestra los dientes!
¡Muerde al que miente!

Piraña dañina
de boca canina
que pica con saña:
¡Usa tus mañas!

Capibara, carpincho,
cuerpo pelopincho,
de brutas pezuñas:
¡Afila tus uñas!

Cerbatana, arma
que el curare cargas,
recta y ligera:
¡Apunta certera!

Tarántula, araña
de mala calaña,
que trepas las plantas:
¡Al extraño espanta!

Serpiente sonora,
boa constrictora,
anaconda potente:
¡Aprieta a quien entre!

Lianas portentosas,
fuerzas poderosas:
¡Enrosca los cuellos!
¡Quita el resuello!

Anguila eléctrica, oso hormiguero,
mono aullador, murciélago negro,
salvaje ocelote, macaw, tamarino:
No dejen pasar al hombre dañino
que viene a la selva a ensuciar y robar.
¡No lo dejen entrar!

Nutrias gigantes, rosados delfines,
cobra, manatí, mono araña, reptiles,
pantano y ciénaga, cobra y serpiente:
No dejen pasar al hombre que miente,
que viene a la selva a matar y a robar.
¡Échenlo ya!

Que no meta la mano en la selva.
Que no pise la flor y la hierba.
Que no beba del agua sagrada.
Que no moje el pie en la cascada.
¡Que se vaya ya!


Copyright©2010

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